En el anterior post hice un comentario sobre las intervenciones artísticas en la cementera de Granada que más me llamaron la atención. Esto me hizo pensar que sobre un muro hecho trizas en un lugar desolador pueden ocurrir cosas increíbles y bellas igual que sobre una fina tela imprimada, pero ¿y cuando se realizan sobre el cuerpo humano?
Pues también. Pero siempre me ha parecido curioso el hecho de que los artistas del Body Art tendieran más bien a la estética de lo feo y lo macabro, de lo que produce desasosiego, dolor, soledad o estado de shock en el espectador.
En Estados Unidos, Chris Burden se dispara y Oppenheim se tuesta al sol; en Europa, mientras tanto, Gina Pane pisa una escalera de clavos y Abramovic y Ulay se besan hasta quedarse sin aliento. El dolor para estos artistas era una manera de redimirse como ser humano. Experimentaban las posibilidades del cuerpo y sus simbolismos ante un espectador que seguro no quedaba impertérrito.

Wiener Aktionsgruppe es un movimiento artístico que tuvo lugar en Viena entre 1965 y 1970, más o menos, formado por Günter Brus, Otto Mühl, Rudolf Schwarzkogler y Hermann Nitsch, además de los escritores Gerhard Rühm y Oswald Wiener.
Situándonos en ese espacio-tiempo, nos encontramos en época de posguerra, envueltos en una Guerra Fría, escuchando en la radio los acontecimientos de la crisis de Cuba y leyendo en el periódico las últimas noticias de la guerra en Vietnam. Es asesinado Kennedy y Marilyn Monroe nos deja a disgusto de todos. Y poco a poco, Europa va emergiendo de nuevo junto con revoluciones libertarias, como las del 68, mientras que las mujeres abanderan su propio movimiento y los hippies tocan la guitarra. En esta década creo que no existía el aburrimiento, ¡era para volverse loco!. En efecto, es aquí donde la actitud crítica comienza a expandirse como la gripe en todos aquellos que se sentían hastiados de un sistema opresor de derechos y libertades individuales que no dejaba de verse envuelto en conflictos de toda índole. Ante todo este panorama ensordecedor, no es de extrañar que los artistas utilizaran la provocación y la violencia como medio para dañar la moral, las leyes, la tradición o la religión.
Así que, desde sus inicios, el grupo se distinguió por la realización de prácticas corporales provocativas y fetichitas con un carácter agresivo, con un uso cruento del cuerpo, dando importancia a la sexualidad, planteando una exploración de las zonas desconocidas o prohibidas del cuerpo y de la mente. Todo el masoquismo, narcisismo y violencia de las acciones tenían como fin último la liberación de las fronteras corporales y psíquicas, la negación absoluta del arte y el artista desde un punto de vista tradicional, y la crítica al sistema.
Buscaban su justificación en las teorías psicoanalistas de Freud, Jung y Reich, en el trabajo de artistas como Egon Schiele y Oscar Kokoschka, en los rituales paganos y cirstianos, en las fiestas populares y el teatro futurista y dadaísta.
Artistas del Accionismo Vienés
Günter Brus (Austria, 1938). Günter Brus realiza unas acciones asociadas a ciertos componentes pictóricos derivados del expresionismo abstracto y, sobre todo, del informalismo con una gestualidad corporal enraizada en los comportamientos sexuales censurados del ser humano. El artista radicaliza sus prácticas corporales sadomasoquistas, que suele acompañar de escritos y dibujos, hasta el extremo de automutilar su cuerpo y sexualizarlo, convirtiendo lo prohibido en arte.
Hermann Nitsch (Viena, 1938). Mezcla religión y sexualidad en la práctica de un arte total que denomina Orgien Mysterien Theatre (Teatro de las Orgías y los Misterios). Un ejemplo de ello es la acción llevada a cabo en el Castillo de Prinzeford en 1975, una acción repetida hasta la década del 2000. Mezcla dibujo, collage, escritura, objetos diversos y música con acciones rituales donde la crucifixión de corderos destripados, la recogida de sangre en cubos y la exaltación de los órganos genitales se entendían como medios de catarsis y regeneración, además de poner de manifiesto las frustraciones causadas por los tabúes y represiones sexuales.
Otto Mühl (Austria, 1925). Otto Mühl se inició en 1960 en la pintura a través del informalismo y del action painting para pasar después a la pintura matérica y la destrucción de la superficie. En estrecho contacto con Brus, Nitsch y Schwarzkogler emprende la tarea de sacar a la obra fuera de su materialidad en lo que llamará materialaktion (acciones materiales). En todas ellas, la pintura forma parte de una acción que transforma el cuerpo en expresión plástica y su objetivo es liberar las tendencias reprimidas para conducirlas a una experiencia positiva de la existencia a través de la interacción de la tragedia y de la risa.
Rudolf Schwarzkogler (Viena, 1940-1969). Realiza en 1965 sus primeras acciones, con un carácter teatral y dramático, pictórico y expresionista, en las que plantea la transformación del cuerpo, la atmósfera hospitalaria, la castración y la violación. Las acciones de Rudolf proponían una intensa reflexión sobre la forma del cuerpo y su destrucción y construcción que iba más allá de su naturaleza, llegaba a la imagen histórica. Acción 2. Realiza frente a unos amigos una imagen fotográfica donde muestra la forma corporal como obra de un proceso clínico de castración y mutilación física.
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