Graciela Iturbide es una de las fotógrafas mexicanas más reconocidas en todo el mundo. Nació en 1942 y desde los años setenta hasta la actualidad ha desarrollado una enorme tarea dentro del ámbito fotográfico de la América Latina.
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Graciela Iturbide |
Comenzó como asistente de Manuel Álvarez Bravo, maestro de la fotografía mexicana moderna, gracias al cual descubrió en la cámara un auténtico medio de expresión creativa. Al poco tiempo, la repentina muerte de su hija acabó de dar un giro a su vida, transformándola radicalmente y convirtiendo definitivamente la fotografía en su verdadero y único oficio.
Desde sus inicios, la obra de Iturbide refleja el interés por la teatralidad de la vida cotidiana y las atmósferas carnavalescas de las fiestas populares mexicanas, en las que confluyen los ritos católicos y las tradiciones de las comunidades indígenas. Graciela acabó por desarrollar un lenguaje fotográfico propio, familiarizándose sobre todo con el arte y la cultura mexicanas, intentando plasmar la realidad de los pueblos indígenas y centrándose especialmente en todo aquello que rodea a la mujer y sus costumbres, si bien también hará el mismo tipo de trabajo fotografiando el sur de Estados Unidos, Perú, Ecuador, Rusia, España, Panamá, Japón o Argentina, dotando a sus fotografías de una atmósfera particular que lo acabará acercando a un supuesto realismo mágico de carácter literario.
Juchitán de las mujeres es sin duda el trabajo de mayor peso en su carrera, la tarea que la consagra a nivel internacional, una serie realizada entre 1979 y 1986. El proyecto surge de una invitación del artista Francisco Toledo, con quien, a partir de aquel momento, establece un continuo diálogo creativo. Toledo le propuso fotografiar Juchitán, una singular población indígena del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca. Una situación atípica que se vivía en esta población, y tal vez una de las razones por las que era interesante fotografiarla, era que las mujeres en exclusiva gestionaban el mercado general, exceptuando la intervención de los muxés, homosexuales travestidos muy integrados en la comunidad. Así, Iturbide penetra en Juchitán de la mano de las mujeres, con quienes pasa la mayor parte del tiempo durante un pequeño periodo.
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Madonna |
Graciela describe estas mujeres como personas fuertes, independientes y politizadas que se encuentran alejadas de los clichés propios de los indígenas. Y lejos de ofrecer una visión idealizada o anecdótica de lo indígena, se sirve de su sentido del humor y de la ambivalencia del medio fotográfico para adentrarse en la complejidad de un orden sociocultural diferente.
Esta Madonna es una imagen de carácter documental, hecha en blanco y negro, que capta la realidad instantánea con gran sensibilidad. Gran parte de las fotografías que pertenecen a esta serie poseen las mismas características. Son imágenes que captan un momento de reposo, un instante de quietud, donde la subjetividad de Graciela (posición de los personajes, punto de vista, composición de la imagen) se hace patente y deshace la rotundidad del concepto de verdad documental. Más que la fugacidad de un hecho, a Graciela le interesa la mirada calmada y silenciosa, la honestidad del momento, la plasticidad del símbolo.
Según la propia Graciela "captar a la gente a través de la cámara es una manera de establecer una complicidad con ellos, una forma de llegar a conocer su cultura, sus leyendas, sus costumbres". De esta manera, las fotografías de Iturbide en esta serie de Juchitán son rotundas y muy expresivas, fruto de un deseo por conseguir un documento que haga aflorar las emociones, otorgando una gran carga poética y una fuerza y belleza visual a cada escena más allá del simple concepto de informar.
Además, es evidente la lectura subyacente que debemos hacer en cada una de las fotografías de la serie, y es la del poder económico, político y social que tienen las mujeres, de ahí la importancia de la maternidad, del cuidado y educación de las niñas de las imágenes, que en un futuro se harán cargo de la población.
Graciela apunta que lo que le interesa es lograr con la fotografía la evidencia de la dignidad humana en cualquier circunstancia. Nunca le ha interesado "fotografiar la pobreza por la pobreza misma; lo que sí me importa, y mucho, es fotografiar a los seres humanos a partir de una visión poética".
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